jueves, 5 de noviembre de 2015

Fin de la primera ronda



SANGRE Y MIEDO

El aire estaba lleno de partículas de hierro y óxido, levantadas tras siglos de abandono por las máquinas de guerra imperiales y la neblina dejaba un regusto que se antojaba familiar. 

Aquel mundo hedía a sangre.

El Capellán pensó que eso no era un buen augurio, obligándose a recitar una plegaria para solventar ese ataque de pesimismo. El reconocimiento inicial indicaba que estaba abandonado, y las tropas de la Guardia Imperial y el Adepta Sororitas tomaban posiciones cerca de una serie de Manufactorums que, según los visioingenieros y tecnoadeptos eran susceptibles de recuperación y reinicio inmediato.

Morskoy también olía a miedo. Al enemigo desconocido, al ataque imprevisto, a la emboscada. Incluso con los miembros del Comisariado entregados a su labor, los soldados no podían evitar exudar miedo. Olom podía saborearlo, junto con la adrenalina previa a la batalla y todos los olores derivados de la aglomeración de seres humanos.

Su Thunderhawk sobresalía entre el resto de naves de desembarco, al igual que sus hombres entre las tropas. Le había pedido al Capitán bajar durante el despliegue con una escuadra para ayudar a mantener la moral alta. La visión de los Astartes siempre infundía cierta seguridad y alivio en la Guardia Imperial, que albergaba la esperanza que, con su presencia, aumentaran sus posibilidades de victoria y supervivencia.

Su comunicador crepitó con la estática de las conversaciones orbitales. 

- H’Men Cuauhtl, señor, el Khatl ordena su regreso al Raquien. Las maniobras de despliegue han concluido.- informó un tripulante de comunicaciones.

- Recibido, Raquien. Escuadra en camino.-

Sus hombres mantenían el canal abierto, así que ya se dirigían hacia la nave, que pedía vectores de despegue. 

El H’Men dio un último vistazo a la pista antes de dirigirse a su nave, aún con cierta inquietud y el sabor de la sangre en la boca.

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La semana pasada finalizó la primera ronda de la Cruzada Nafticó. Os haría un resumen, pero Willie Lopes lo ha hecho ya muy bien en su blog.

Lo que sí puedo resumiros fueron mis intervenciones e impresiones. A nivel de historia, la campaña aún está en pañales. Parece que existe un interés general por controlar el mundo de Morskoy, y en lo que respecta a mí ya me lo he tomado como algo personal... ¡el primer punto de control imperial se ganó en Morskoy y en Morskoy se quedará!

A nivel de juego, también he visto que partida tras partida, repito el mismo patrón de errores. No es de ahora, lo traigo ya acumulado de hace tiempo... Veréis, mis listas son medio capsuleras, medio no. Eso me da un primer turno muy potente, en el que tiro unidades con gran capacidad de disparo en zonas sensibles o simplemente a rascar puntos y suelo empezar con ventaja. ¿El problema? La muerte anunciada de mis unidades tras las lineas enemigas.

Y es que no tengo una segunda linea de apoyo que sustente este ataque inicial, por lo que mientras están vivas, sigo puntuando, pero me voy quedando sin miniaturas rápidamente. El ejercito se agota. No tiene fuerza suficiente para desarbolar el ejercito enemigo en el primer turno, y falta capacidad de respuesta posterior. 

En el caso de mi batalla con los Eldar Oscuros supuso ganar, pero me quedaban tan pocas miniaturas que si la batalla hubiera durado un turno más, posiblemente hubiera palmado por asolamiento... cosa que si me pasó contra Nurgle (si no recuerdo mal... si lo hago, da igual, también perdí por puntos... xD)

¿Conclusión? Pues veremos, la teoría la tengo clara desde hace tiempo, pero aun así siempre me encuentro haciendo listas que, aunque divertidas, están abocadas al fracaso... lento y frustrante fracaso. 

Si quiero que los Águilas Rojas puedan marcar la diferencia en la gran guerra que se avecina, debo empezar a aprender de mis errores...

Comienza la segunda ronda...


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